Con todos los homenajes que se han hecho alrededor del fallecimiento de Jerry Buss, han salido a relucir multitud de historias. Y ésta, gracias al gran trabajo realizado por The Salt Lake Tribune, es una de las más interesantes.
En 1985, el entonces propietario de los Jazz, Sam Battistone, estaba intentando tratar de vender al equipo, y había hasta 20 personas interesadas en comprarlo. Larry Miller, oriundo de Salt Lake City, era uno de ellos y su plan desde el principio era el de mantener a la franquicia allí.
Cuando Miller decidió por fin comprar el 50% del equipo, y Battistone aceptó lo ofrecido, fue la hora de acudir al Consejo de Gobernadores en New York City para pedir la aprobación de ese movimiento de compra. En esa reunión también estaban presentes David Stern, Jerry West o Red Auerbach.
Miller empezó su exposición sobre las cuentas de la organización, y rápidamente se encontró una piedra en el camino. El por entonces dueño de los Spurs, Angelo Drossos, se mostró totalmente reacio a que Miller fuese copropietario. Parones y quejas constantes se sucedieron por parte de Drossos.
Después de la quinta interrupción, Buss se puso de pie y le dijo a Drossos: “¿Por qué no paras de hablar ya y le dejas responder a las preguntas?”. Entonces Buss comenzó a exponer otra serie de cuestiones que dieron lugar a otro tipo de conversación, basada en los números que Miller estaba presentando.
Al cabo de media hora, Buss dijo sin tapujos: “Yo estoy satisfecho. Vamos a apoyarle”.
Sin su apoyo, el consejo podría haber rechazado perfectamente la oferta de Miller. Probablemente, nadie habría levantado la voz para cortar las interrupciones de Drossos, y la reunión hubiera ido en otra dirección. Así, las puertas se hubieran quedado completamente abiertas para la otra opción que se barajaba para la franquicia: mudarse a Miami.
Miller consiguió entonces hacerse con ese accionariado del equipo, y los Jazz se convertirían poco más tarde en uno de los mejores equipos del Oeste en la década de los 90´, con jugadores tan ilustres como John Stockton o Karl Malone.
Es una gran historia que muestra no sólo el carácter de Buss, sino también su pensamiento comercial, siempre intentando mirar por lo que él consideraba bueno para la liga.
En 1985, el entonces propietario de los Jazz, Sam Battistone, estaba intentando tratar de vender al equipo, y había hasta 20 personas interesadas en comprarlo. Larry Miller, oriundo de Salt Lake City, era uno de ellos y su plan desde el principio era el de mantener a la franquicia allí.
Cuando Miller decidió por fin comprar el 50% del equipo, y Battistone aceptó lo ofrecido, fue la hora de acudir al Consejo de Gobernadores en New York City para pedir la aprobación de ese movimiento de compra. En esa reunión también estaban presentes David Stern, Jerry West o Red Auerbach.
Miller empezó su exposición sobre las cuentas de la organización, y rápidamente se encontró una piedra en el camino. El por entonces dueño de los Spurs, Angelo Drossos, se mostró totalmente reacio a que Miller fuese copropietario. Parones y quejas constantes se sucedieron por parte de Drossos.
Después de la quinta interrupción, Buss se puso de pie y le dijo a Drossos: “¿Por qué no paras de hablar ya y le dejas responder a las preguntas?”. Entonces Buss comenzó a exponer otra serie de cuestiones que dieron lugar a otro tipo de conversación, basada en los números que Miller estaba presentando.
Al cabo de media hora, Buss dijo sin tapujos: “Yo estoy satisfecho. Vamos a apoyarle”.
Sin su apoyo, el consejo podría haber rechazado perfectamente la oferta de Miller. Probablemente, nadie habría levantado la voz para cortar las interrupciones de Drossos, y la reunión hubiera ido en otra dirección. Así, las puertas se hubieran quedado completamente abiertas para la otra opción que se barajaba para la franquicia: mudarse a Miami.
Miller consiguió entonces hacerse con ese accionariado del equipo, y los Jazz se convertirían poco más tarde en uno de los mejores equipos del Oeste en la década de los 90´, con jugadores tan ilustres como John Stockton o Karl Malone.
Es una gran historia que muestra no sólo el carácter de Buss, sino también su pensamiento comercial, siempre intentando mirar por lo que él consideraba bueno para la liga.
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