EL JUGADOR IRREPETIBLE

Desde los años 80 hasta la actualidad se han distinguido tres jugadores por encima del resto: Larry Bird, Magic Johnson y, sobre todo,Michael Jordan. Hay muchos otros, aunque es probable que se encuentren un escalón por debajo.

Lo que parece claro es que los miembros de esta Santísima Trinidad han tenido su réplica con el paso de los años. Les guste o no, Kobe Bryant es una copia casi perfecta deMichael Jordan, tanto en juego, como en carácter, como en premios y títulos. Lo que hizo ‘Su Alteza Real’ es inigualable, inalcanzable para cualquier mortal y va más allá de tangibles. MJ cambió el baloncesto, cambió la NBA y es considerado uno de los mejores deportistas de la historia con toda justicia. No se trata de equiparar a Kobe con él, sería injusto para ambos, pero sobre la pista, se les puede considerar equivalentes, ya que comparten muchas similitudes, tanto físicas (misma altura y complexión) como técnicas (tiro prácticamente infalible), además del carácter ganador que les hace inigualables.

Por otro lado, Larry Bird es un ejemplo extraño, ya que era un alero anotador, reboteador y asistente, que hacía mejores a sus compañeros y que no necesitaba anotar para ser líder, aunque sí que lo desarrollaba frecuentemente. Comparación posterior: LeBron James. Ni físico, ni capacidad atlética ni dominio en las penetraciones, aspectos que aglutina el alero de los Heat, estaban en el repertorio de Larry, aunque éste tenía un tiro de larga distancia mucho mejor y más fiable que LeBron. Puede sonar a herejía, pero son jugadores comparables si atendemos a aspectos determinados del juego.

Pero hay un jugador del que no hemos visto réplica. Si observamos en Kobe cosas que nos recuerdan a Jordan o disfrutamos con aleros de parecidas características a Larry Bird, aún no ha existido un base como Magic. Con sus 2.06 de altura, su manejo de balón, lanzamiento de media distancia y, sobre todo, su liderazgo y dominio dentro de la pista, no se me viene a la cabeza un nombre similar. La anteriormente nombrada Santísima Trinidad cambió el baloncesto de los ’80 y de los ’90, pero dos de sus miembros han visto continuar su estirpe. No así con Magic.